

Con los ojos cerrados y la boca cosida caminé un fragmento de mi vida…
¿Cómo pudo este acto tornarme delicada? - Una voz me convenció.
A las que estamos aquí y allá, nos atraviesan experiencias que algún día nos dolieron tanto que terminaron desbordándonos. Por siglos trataron de convencernos que debíamos agradecer por la “atención masculina” (acoso), que nuestros reclamos eran rabietas o exageraciones y que calladitas se nos veía más bonitas, que nuestro cuerpo no nos pertenece, que somos consumibles, que somos desechables. Nos confinaron a la clandestinidad, intentaron objetar que ser golpeadas, violadas y asesinadas era nuestra culpa, se asumieron imbatibles, pusieron en duda nuestros discursos y nuestras denuncias, pretendieron que jamás cuestionemos de dónde venimos y peor aún hacia dónde vamos, nos deslegitimaron, nos invisibilizaron, nos objetualizaron, nos utilizaron, nos revictimizaron, NOS CANSARON. Ahora, nos ponemos la vestimenta de los gritos que ya no ahogamos, que están latentes, que queremos que se recuerden, soltamos las humillaciones y los miedos recopilados, porque ya ninguna necesita ser la otra para entenderla.
Nos emplazamos aquí frente a ustedes, en este espacio impersonal que nos reúne a todxs por invitación, y les mostramos objetos que reúnen las experiencias que nos rebozan y no queremos más. A quien corresponda se las devolvemos, no nos pertenecen, hemos logrado personificar este dolor y estamos decididas a despojarnos del discurso ajeno construido sobre lo que supuestamente significa ser nosotras.
Aprendimos a caminar en la oscuridad…
Hemos encontrado la salida.
¡Hasta Nunca!
Gabriela Serrano Soto
Curaduría
Fotos: Fernanda Chevez - Espacio Violenta